Gonzalo Pérez Sarró
Ya desde niño, todos mis juegos irremisiblemente, desembocaban o se transformaban en aventuras relacionadas con el sondeo del misterio. Mi primera investigación “oficial”, después de aquellos “intrépidos viajes” a lo increíble, fue en 1984 sacando a la luz el suceso que se haría célebre con el nombre de “El Fantasma de Saucedilla”. Autor de dos libros, colaborador de Cuarto Milenio, he cumplido ahora treinta y cinco años como investigador del misterio y profesional de la radio, conduciendo un programa en las ondas sobre esta temática. Un mundo, el de lo intangible, que en mi sentir siempre ha girado en torno al testigo que para mí es la parte principal de la historia. Su amargura y frustración ante la incomprensión es lo que más me ha preocupado.
Por otro lado, no concibo la incursión en el estudio de lo extraño sin la aventura de la investigación de campo. Por eso, considero vitales estas aproximaciones a los lugares donde sucedieron hechos asombrosos. La emoción de encontrarse en los mismos escenarios donde aconteció lo extraordinario es una experiencia insustituible. Y Extremadura es una privilegiada en cuanto lugares con este sello, donde lo paranormal se manifiesta. Apariciones de figuras inquietantes, desde gigantes “ensotanados” a niños que parecen proceder de otras épocas; ovnis, estelas funerarias de la antigüedad con representaciones de seres del futuro; comitivas espectrales en la noche; extraños personajes de indefinido origen que obran prodigios; o lugares rodeados por un extraño poder que a nadie deja indiferente.
Capítulo aparte lo ostenta una comarca cuyo nombre ya es sinónimo de misterio: Las Hurdes. Tierra donde lo sobrenatural aflora a cada paso. Es el paraíso entre cuyas fronteras se encierran los enigmas más extraños poseedores de propia y rica idiosincrasia.
Extremadura, La Nave del Misterio y mis investigaciones han vivido desde el principio un fuerte nexo. La conexión entre Iker y yo goza de un cuarto de siglo. La admiración por los mismos casos, maestros y las idénticas maneras de ver, sentir y vivir el misterio, han hecho de nuestra amistad una fraternal sincronicidad.